Mis pensamientos...
martes, 30 de diciembre de 2008
¿De qué trata la economía del comportamiento?
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 4:05 p.m. 0 comentarios
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Dos textos de desarrollo económico muy interesantes
Les dejo dos artículos muy interesantes que encontré.
El primero, respecto a la visión del desarrollo como un proceso de conflicto institucionalizado (¿esto tiene que ver con el conflicto del campo de principios de año?)
http://www.iade.org.ar/uploads/c87bbfe5-6649-67d9.pdf
El segundo, respecto a las políticas desarrollistas implementadas en América Latina y Asia.
http://www.iade.org.ar/uploads/c87bbfe5-b680-a8a2.pdf
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 5:47 p.m. 0 comentarios
10 Consejos para enfrentar la crisis económica
Por Martín Bidegaray y Paula Ancery mbidegaray@clarin.com
Hay que decirlo de una vez: la palabra "crisis" no viene del chino, sino del griego, y su significado etimológico no es "oportunidad", sino "destrucción". Lo que pasa, es cierto, es que en un escenario de destrucción suele haber oportunidades. Para capear la desaceleración que se está viviendo en los distintos sectores, iEco reunió 10 claves para empresarios argentinos en este nuevo escenario, surgidas de las opiniones de consultores de primera línea.
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 1:54 p.m. 0 comentarios
martes, 16 de diciembre de 2008
¿Hay que hacer algún retoque al modelo post convertibilidad? Un breve diagnóstico.
Estos dos grandes activos del Modelo Productivo se alcanzaron a partir del sostenimiento de un tipo de cambio competitivo y del aprovechamiento de un escenario internacional muy favorable.
El principal pilar del actual modelo económico fue el tipo de cambio real depreciado, principal herramienta de política económica para lograr fuertes tasas de crecimiento.
El tipo de cambio “elevado” fomentó la competitividad del sector externo, incentivando así las exportaciones y el nivel de actividad. Paralelamente, la política de dólar alto protegió al sector industrial sustituidor de importaciones, lo cual impactó también positivamente en el crecimiento económico y, más específicamente, en la creación de puestos de trabajo. Adicionalmente a estas dos dimensiones de los efectos “positivos” que tuvo el tipo de cambio depreciado, se puede agregar una tercera, el hecho de dotar de mayor poder adquisitivo a las Retenciones a las exportaciones cobradas por el Sector Público Nacional, otorgándole a este gran capacidad para aplicar políticas fiscales activas, subsidios al sector privado (que ayudan a mantener el tipo de cambio real depreciado) y mecanismos de incentivos de la demanda, principalmente orientados a la estimulación del consumo.
Al mismo tiempo, durante los últimos cinco años tuvimos un círculo virtuoso entre precios internacionales, entrada neta de dólares, inyección de liquidez, expansión del consumo y nivel de actividad. Altos precios internacionales de commodities, generaron un gran volumen de entrada neta de dólares por cuenta corriente. La obligación de liquidar exportaciones en el BCRA, dieron lugar a que la autoridad monetaria interviniera en el mercado cambiario, emitiendo dinero para comprar el exceso de oferta de dólares, e incentivando de esta manera el consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad. De acuerdo con nuestras estimaciones, el extraordinario contexto económico internacional contribuyó con algo más de la mitad del crecimiento económico de los últimos años.
Sin embargo, hoy en día ya no contamos con un tipo de cambio tan competitivo, ni con un escenario internacional favorable. En este contexto, el crecimiento económico comienza a languidecer. No obstante, para ser estrictos, el nivel de actividad de la economía argentina ya había comenzado a deteriorarse antes del inicio de la crisis de EEUU y global.
El crecimiento había comenzado a erosionarse como resultado de una política económica que subestimo el problema de la inflación, que terminó apreciando el tipo de cambio real, aumentando los costos internos y restándole competitividad al sector exportador y protección a los sustituidores de importaciones.
A partir de 2005 la política fiscal excesivamente pro cíclica y expansiva fue la generadora de la aceleración inflacionaria, la apreciación del tipo de cambio real (abaratamiento del dólar) y por ende, la principal responsable de las inconsistencias en el actual modelo económico.
Queda cada vez más claro, que desde ese momento se deberían haber introducido modificaciones sustanciales a la política económica. En un contexto de exceso de oferta de dólares y pleno empleo, se tendría que haber abandonado la política fiscal expansiva de estimulación de la demanda agregada y debería haberse aplicado una política fiscal contra cíclica, de acumulación de superávit primario, de manera de generar el ahorro público suficiente como para mantener genuinamente el tipo de cambio nominal sin generar inflación. Por el contrario, se incrementó el gasto público a niveles record, acelerándose en consecuencia la presión sobre los precios y deteriorando la competitividad de la economía.
Así, en forma previa al deterioro del contexto internacional, el crecimiento económico comenzaba ya a debilitarse y la destrucción de puestos de trabajo se convertía en una amenaza real. Es decir, los dos principales logros del modelo productivo se encontraban en jaque antes del desplome global de los mercados financieros
Por otra parte, a los efectos negativos sobre el nivel de actividad provenientes de la inflación y la apreciación del tipo de cambio real (existentes desde comienzos de año), ahora hay que sumarles los provenientes de la esfera internacional, que surgieron recién a partir de julio pasado. El “viento de cola” internacional pasó a transformarse en un “viento de frente”.
Hoy en día la tonelada de soja; trigo y maíz, de la mano de la apreciación del dólar frente al euro y del menor nivel de actividad global, cotizan aproximadamente 35% por debajo de los valores picos de mediados de año. Menores precios internacionales implican una menor entrada neta de dólares, impactando negativamente en el consumo y en el dinamismo de la tasa de crecimiento de la economía. Paralelamente, también implica menores ingresos por Retenciones a las Exportaciones, comprometiendo el superávit y el frente fiscal. Además, el deterioro del escenario internacional no es independiente de la pérdida de competitividad del sector exportador de Argentina ni de la disminución de la protección para el sector industrial local, sino que lo alienta.
Desde el inicio de la crisis, nuestro país ha perdido competitividad y protección con respecto a sus principales socios comerciales, ya que su moneda se ha depreciado mucho menos contra el dólar que las de Brasil, Chile, Uruguay y, Europa en general. En lo que va de la segunda mitad de este año, el peso argentino se ha apreciado nominalmente un 22% y 10% contra el real y el euro; respectivamente.
En términos reales, la apreciación del tipo de cambio es aún mayor, ya que la inflación de nuestro país supera a la que tienen nuestros principales socios comerciales.
En definitiva, a partir de la crisis internacional, el escenario mundial pasó de ser el mejor aliado, a jugar en contra de nuestra economía, complicando aún más un escenario doméstico que ya venía deteriorándose por las propias inconsistencias y errores de política económica en los últimos años.
Adicionalmente, hay que tener en cuenta que la crisis internacional y la reciente apreciación de la moneda doméstica han potenciado la fuga de capitales, que es actualmente el principal problema de la economía argentina.
La fuga de capitales implica salida neta de ahorros, afectando negativamente el consumo, la inversión y el nivel de actividad económica global. Además, implica salida neta de dólares y presión de demanda en el mercado cambiario (cambio de pesos por dólares).
La fuga de capitales surge a partir de la formación de expectativas de depreciación del tipo de cambio y genera desequilibrios en el mercado monetario y cambiario.
Asimismo, implica pérdida neta de ahorros, afectando negativamente el consumo, la inversión y el nivel de actividad económica global. También significa salida neta de dólares, menor demanda de pesos y presión sobre el mercado cambiario.
En los primeros diez meses del año, la salida de dólares ascendió a casi USD19.000 MM, lo que quintuplica el éxodo de dólares que tuvo lugar durante todo 2007, haciéndolo insostenible
En este marco de desequilibrio en el mercado cambiario y monetario, el Gobierno tendría dos caminos. El primero, brindar las señales necesarias para revertir las expectativas y parar la fuga de capitales. Segundo, dejar que las variables económicas converjan a sus nuevos valores de equilibrio.
En este marco, si no se introducen cambios en la política económica vigente, que logren disminuir los actuales niveles de incertidumbre y generen grandes dosis de confianza, el ajuste de la economía hacia un nuevo equilibrio sin fuga de capitales implicaría un aumento del tipo de cambio, menor nivel de actividad y una probable aceleración inflacionaria
En definitiva, el diagnóstico actual de la economía argentina podría resumirse de la siguiente forma: la no sustentabilidad de las políticas económicas domésticas sumada, ahora, la crisis internacional, generaron una apreciación del tipo de cambio, que afecta negativamente el nivel de actividad. En un contexto de creciente incertidumbre, la apreciación del tipo de cambio real, en un momento en el cual los principales socios comerciales devalúan sus monedas, ha dado lugar a expectativas de depreciación, que incentivan la fuga de capitales, generando desequilibrios monetarios y cambiarios que hacen perder reservas al Central y afectan negativamente el nivel de actividad.
Ya mencionamos que el tipo de cambio real depreciado (política de dólar alto) fue el principal pilar del actual modelo económico y la herramienta de política económica más importante para lograr fuertes tasas de crecimiento y bajar el desempleo. Sin un tipo de cambio depreciado, el actual modelo económico pierde sustento.
Sin embargo, el tipo de cambio real competitivo viene perdiendo fuerza lo cual impactó negativamente en el nivel de actividad de Argentina, que viene desacelerándose desde hace varios meses. De hecho, desde fines de 2007, el estimador mensual de la actividad económica, por ejemplo, tenía ya una tendencia declinante y la tasa de expansión de la industria había bajado del 7% a menos del 4% anual.
Puntualmente, dieciséis de los veintidós principales sectores exportadores (agrícolas, agroindustriales e industriales) de nuestro país enfrentan en la actualidad un tipo de cambio efectivo (tipo de cambio real ajustado por retenciones) más bajo que hacia finales de la Convertibilidad lo cual se agravó a partir de la crisis mundial, cuando el euro y el real se depreciaron fuertemente contra el dólar.
En este marco, hay que entender que el tipo de cambio debe estar en el centro de la discusión concerniente a la sustentabilidad de este modelo en el largo plazo.
Un tipo de cambio real elevado y, sobretodo, su estabilidad en el largo plazo, fomentan el crecimiento económico. Un tipo de cambio real elevado y estable genera un mayor nivel de inversión, ya que la economía es más competitiva y por ende más rentable, impactando de manera positiva en el crecimiento de largo plazo. Por el contrario, un tipo de cambio que se aprecia sostenidamente en el tiempo, hace menos rentable a la inversión y con ello, la tasa de crecimiento se reduce por el menor nivel de acumulación de capital físico.
En este marco, el mercado entiende que la supervivencia del modelo productivo exige una depreciación del tipo de cambio real (una devaluación del peso que no se traslade a precios). De hecho, la fuga de capitales es el resultado de las expectativas de los agentes económicos respecto de depreciación del tipo de cambio. Estos esperan que el peso se termine devaluando, por lo que forman activos externos (demandan dólares) esperando que suba el tipo de cambio, esperando ver acrecentado en ese momento su poder adquisitivo. El problema es que mientras se fugan capitales, se demoran las decisiones de consumo e inversión y, por ende, se resiente el nivel de actividad económica.
El punto crucial es que los efectos de una devaluación no son homogéneos, sino que dependen básicamente de su magnitud, de las condiciones de la demanda de dinero, de las políticas monetarias y fiscales y, por último, de la coyuntura del mercado de bienes y del mercado laboral. Una depreciación del tipo de cambio nominal exitosa exige una baja traslación a precios y esto ocurrirá cuanto mayor sea la capacidad ociosa en el mercado de bienes y más alta la tasa de desempleo, más lugar haya para que la demanda de dinero crezca y más anti‐cíclica sea la política fiscal. Estas condiciones macroeconómicas necesarias para una devaluación exitosa estaban en 2003, pero no las vemos hoy en día.
Dadas las condiciones macroeconómicas actuales, hay altas probabilidades que una drástica y fuerte depreciación del tipo de cambio genere, hoy por hoy, más inflación que crecimiento. Por ende, es muy importante que el BCRA intervenga y administre con mucho cuidado las presiones sobre el tipo de cambio, para intentar mejorar paulatinamente la competitividad perdida.
La autoridad monetaria lee muy bien la coyuntura cambiaria y monetaria doméstica. Tiene en claro que la supervivencia del modelo exige un tipo de cambio real más depreciado, pero también tiene en cuenta que, bajos las condiciones macroeconómicas actuales, un “salto” del tipo de cambio podría generar inestabilidad macroeconómica, impactando negativamente en las tasas de crecimiento. El problema más delicado es que nadie puede saber, a ciencia cierta, cual es el umbral a partir del cual un mayor tipo de cambio generará esa inestabilidad macro.
En este contexto, el BCRA está administrando las presiones cambiarias con mucho cuidado, teniendo en claro que se necesita un tipo de cambio más elevado pero, al mismo tiempo, sin olvidar que un salto abrupto de la cotización de la divisa norteamericana podría tener efectos negativos sobre la estabilidad macroeconómica, la inflación y el nivel de actividad.
Desde el estallido de la crisis hay dos sub períodos bien diferenciados. El primero que va desde julio a octubre, cuando el BCRA intentó mantener el tipo de cambio nominal a cambio de vender reservas. El segundo, que se inicia luego de la primera semana de noviembre, cuando el BCRA pareciera convalidar la depreciación nominal del peso y opta por poner restricciones para que los privados compren dólares, en lugar de vender una gran cantidad de reservas. Es más, de tantas trabas establecidas para que los privados puedan comprar dólares, el excedente de dólares del mercado cambiario es nuevamente comprado por el Central que, desde noviembre, ha empezado a acumular algunas reservas otra vez.
La depreciación nominal del peso frente a la divisa norteamericana, recientemente convalidada por el Central, ha permitido mejorar la competitividad con respecto al dólar y también, amortiguar la pérdida de competitividad contra el real y euro, dos monedas que, desde el inicio de la crisis, se han depreciado más fuertemente con respecto a la moneda norteamericana. En este sentido, la depreciación del tipo de cambio nominal convalidada recientemente por el BCRA, ha permitido amortiguar la caída de competitividad frente al real y al euro en un 13.9% y 8.1%; respectivamente.
Asumiendo que la política actual del Central es correcta, podemos calcular, a modo de ejercicio, hasta qué punto se debe depreciar nominalmente el peso para recuperar un determinado nivel de competitividad perdido. Dado que el 2007 fue el último año de fuerte crecimiento, arbitrariamente vamos a elegir como tipo de cambio real objetivo al de enero 2007, que era de 1.26 contra el dólar.
Teniendo en cuenta que la economía americana está enfrentando un proceso deflacionario, cuanto más rápido se deprecie el tipo de cambio nominal contra el dólar, menor será su aumento requerido para recuperar la competitividad. Vamos a tener en cuenta deflaciones mayoristas en EEUU de ‐2.8% (octubre); ‐1.0% (noviembre) y ‐0.5% (diciembre). Paralelamente, vamos a tener en cuenta inflaciones mayoristas en Argentina de +0.5% para el mismo período. Teniendo en cuenta un tipo de cambio promedio de $3.32 en noviembre, el tipo de cambio nominal debería aumentar a un promedio de $3.70 en diciembre 2008 para recuperar la competitividad de enero 2007. Una depreciación nominal del peso argentino contra el dólar que ubicara el tipo de cambio nominal en torno a 3.70 por dólar, sería apenas inferior a la experimentada por el real brasileño desde el inicio de la crisis internacional.
Igualmente, en este punto (sobre la depreciación del tipo de cambio nominal contra el dólar), cabe hacer tres aclaraciones importantes.
Primero, las condiciones macroeconómicas argentinas actuales no aseguran que esta depreciación nominal del peso frente al dólar a 3.70 no tenga efectos inflacionarios y no se acelere, en alguna medida, el aumento general de los precios.
Segundo, hay que considerar el tipo de cambio nominal entorno a $3.70 por dólar como una cotización máxima. En este sentido, vale aclarar que en EEUU la deflación tendería a desaparecer y se podría volver a una senda ligeramente inflacionaria, lo cual mejora la competitividad de la economía argentina e implica, para nuestro país, que se necesita una menor depreciación nominal de nuestra moneda para mantener un determinado nivel de competitividad. En este sentido, la política monetaria extremadamente expansiva que está aplicando la Reserva Federal de EEUU, hace pensar que será muy difícil que la deflación perdure, tanto en la economía americana como en la economía mundial.
Paralelamente, las políticas monetarias expansivas en EEUU y Europa en conjunción con el déficit de cuenta corriente americano, hacen pensar en una salida relativamente rápida de la presente crisis global, lo cual, a su vez, aseguraría, una vez vuelta la confianza a la economía mundial, un nuevo influjo de capitales a Brasil. En este escenario el real brasileño se volvería a apreciar y Argentina volvería a ganar competitividad con respecto al principal socio del MERCOSUR. Este racionamiento también sustenta la hipótesis de que no se necesita necesariamente que el tipo de cambio de nuestro país se deprecie más $3.70 pesos por dólar.
Tercero, la política del BCRA de administrar las presiones cambiarias y convalidar una depreciación de la moneda, debe ser acompañada obligatoriamente por un cambio en la política fiscal que debe pasar a ser consistente con la política cambiaria. El gobierno se enfrenta con un importante dilema. Necesita revertir el clima de incertidumbre y las expectativas negativas y, para lograrlo, debe fortalecer el frente fiscal, aumentando el ahorro y acumulando superávit primario. En este sentido, el gasto público debería volver a crecer a tasas significativamente menores a la de los ingresos fiscales. Una política fiscal expansiva como la que se vino aplicando durante los últimos años, aprecia el tipo de cambio real (ya que genera inflación al crear presiones de demanda en un marco de plena utilización de la capacidad instalada), lo cual hace menos rentable (desincentiva) la inversión, afectando negativamente la acumulación de capital y el crecimiento económico.
Sin embargo, el manual de política macroeconómica recomienda hacer política fiscal expansiva en tiempos de crisis. Es decir, según la teoría económica, ahora sería el momento de hacer una política fiscal contra cíclica, lo opuesto a lo que se necesitaría para “dar vueltas” las expectativas negativas de hoy en día.
Lamentablemente, como ocurrió tantas otras veces en nuestra historia, la Argentina aplicó políticas pro cíclica en los periodos de bonanza, preparadas para afrontar el momento de “vacas flacas”.
En este marco, la alternativa pasaría por aplicar una política de mejora de la calidad del gasto público. Por un lado, deben acumular superávit para revertir las expectativas negativas y, por el otro, tienen que gastar mejor para el gasto se canalice más eficientemente hacia la estimulación del nivel de actividad económica.
Así, se debería reemplazar el gasto en subsidios al sector privado por obras de infraestructura tendientes a complementar y, no, a sustituir la inversión privada.
Este accionar permitiría una complementación entre el multiplicador del gasto y el acelerador de la inversión, que contribuiría a amortiguar la caída de la tasa de crecimiento del producto.
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 11:34 p.m. 0 comentarios
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¿Qué hay que hacer con el tipo de cambio?
El principal pilar del actual modelo económico fue el tipo de cambio real depreciado, principal herramienta de política económica para lograr fuertes tasas de crecimiento.
Ya no hay tipo de cambio competitivo, ni escenario internacional favorable. En este contexto, el crecimiento económico comienza a languidecer. Aunque, comenzó a languidecer antes del estallido de la crisis internacional.
El crecimiento económico había comenzado a erosionarse como resultado de una política económica inconsistente e inflacionaria, que apreció el tipo de cambio real, restándole competitividad al sector exportador y protección a los sustituidores de importaciones.
A los efectos negativos sobre el nivel de actividad provenientes de la inflación y la apreciación del tipo de cambio real (existentes desde comienzos de año), ahora hay que sumarles los provenientes de la esfera internacional, que surgieron, posteriormente, a partir de julio pasado. El escenario internacional pasó de virtuoso a vicioso. El deterioro del escenario internacional no es independiente de la apreciación del tipo de cambio real, sino que la alienta.
La fuga de capitales surge a partir de la formación de expectativas de depreciación del tipo de cambio y el principal problema es que genera, al mismo tiempo, desequilibrios tanto en el mercado monetario, como en el cambiario.
Descartando la posibilidad que la fuga de capitales desaparezca por un cambio de política económica, el ajuste de la economía hacia un nuevo equilibrio sin fugas de capitales implicaría un aumento del tipo de cambio, menor nivel de actividad y, dependiendo de la magnitud del salto de la cotización del dólar, una aceleración inflacionaria.
Sin un tipo de cambio depreciado, el actual modelo económico pierde sustento. Hoy en día, dieciséis de los veintidós principales sectores exportadores (agrícolas, agroindustriales e industriales) de nuestro país enfrentan un tipo de cambio efectivo más bajo que hacia finales de la Convertibilidad, lo cual se agravó a partir de la crisis mundial cuando el euro y el real se depreciaron fuertemente contra el dólar.
Hay que entender que el tipo de cambio debe estar en el centro de la discusión concerniente a la sustentabilidad del modelo Productivo en el largo plazo. Un tipo de cambio real elevado y, sobretodo, su estabilidad en el largo plazo, fomentan el crecimiento económico.
El actual modelo productivo funciona con un tipo de cambio competitivo, por el contrario, sin él terminará agotándose. Un tipo de cambio real elevado y, sobretodo, su estabilidad en el largo plazo, fomentan el crecimiento económico.
La supervivencia del modelo productivo exige una depreciación del tipo de cambio real. El punto crucial es que los efectos de una devaluación no son homogéneos, sino que dependen básicamente de su magnitud, de las condiciones de la demanda de dinero, de las políticas monetarias y fiscales y, por último, de la coyuntura del mercado de bienes y del mercado laboral.
Dadas las condiciones macroeconómicas actuales, hay altas posibilidades que una fuerte depreciación del tipo de cambio genere más inflación que crecimiento, por ende es muy importante que el BCRA intervenga y administre las presiones sobre el tipo de cambio.
La autoridad monetaria lee muy bien la coyuntura cambiaria y monetaria doméstica. Tiene muy en claro que la supervivencia del modelo Productivo exige un tipo de cambio real más depreciado, pero también tiene en cuenta que, bajos las condiciones macroeconómicas actuales, un “salto” del tipo de cambio podría generar inestabilidad macroeconómica, impactando negativamente en las tasas de crecimiento. El problema más delicado es que nadie puede saber, a ciencia cierta, cual es el umbral a partir del cual un mayor tipo de cambio generará esa inestabilidad macro.
En este marco, el BCRA está administrando las presiones cambiarias con mucho cuidado, teniendo en claro que el modelo Productivo necesita un tipo de cambio más elevado, pero, al mismo tiempo, sin olvidar que un salto abrupto de la cotización de la divisa norteamericana podría tener efectos negativos sobre la estabilidad macroeconómica, la inflación y el nivel de actividad.
Teniendo en cuenta que la economía americana está enfrentando un proceso deflacionario, cuanto más rápido se deprecie el tipo de cambio nominal contra el dólar, menor será su aumento requerido para recuperar la competitividad.
Una depreciación nominal del peso argentino contra el dólar que ubicara el tipo de cambio nominal en torno a 3.70 por dólar, sería apenas inferior a la experimentada por el real brasileño desde el inicio de la crisis internacional.
Hay que considerar el tipo de cambio nominal entorno a $3.70 por dólar como una cotización máxima.
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 10:03 p.m. 0 comentarios
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lunes, 27 de octubre de 2008
Un poco de humor sobre la desaparición de las AFJP
¡Pobres Jubilados! Entre la timba financiera por parte de las AFJP y la historia trágica del comportamiento estatal
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 3:47 p.m. 0 comentarios
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jueves, 23 de octubre de 2008
Una explicación excelente de la crisis financiera
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 10:12 a.m. 0 comentarios
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sábado, 11 de octubre de 2008
Un video humorístico acerca de la crisis financiera
Hola...les recomiendo un video que explica la crisis financiera desde un punto de vista irónico y humorista.
El programa de televisión es "The Last Laugh".
Les dejo el enlace. http://www.youtube.com/watch?v=pFmYIFk5i1Q&feature=related
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 11:46 a.m. 0 comentarios
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lunes, 29 de septiembre de 2008
¿Es racional esto?
¿Es racional que el estado pague 26 veces más el precio del boleto vía subsidios?
Si no me creen, lean este articulo del diario La Nación
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1054461
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 3:40 p.m. 0 comentarios
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viernes, 26 de septiembre de 2008
Nacio la Ussra
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 9:04 p.m. 0 comentarios
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sábado, 6 de septiembre de 2008
La política de desendeudamiento del gobierno K
Al FMI, al BM y al BID se abonaron 24.983 millones de dólares, más que en cualquier otro período de la Argentina. Por Maximiliano Montenegro.
Todavía está por verse si la historia recordará al matrimono Kirchner como la pareja presidencial que logró mejorar la distribución del ingreso en la Argentina. Pero Néstor y Cristina ya se ganaron un lugar en los libros de economía como los mayores pagadores de la historia argentina a los organismos internacionales de crédito, con sede en Washington o en París. Repasemos la información que surge de dos fuentes oficiales: la página web de la Secretaría de Finanzas del Ministerio de Economía y un documento enviado por Félix Camarasa, director por Argentina en el Banco Mundial, al ministro Carlos Fernández. Los números son los siguientes: • Al Fondo Monetario Internacional, desde 2003, se abonaron, netos de desembolsos del organismo, U$S 17.061 millones. Con el siguiente detalle: en 2003, 752 millones; en 2004, 2.596 millones; en 2005, 4.102 millones; y en 2006, cuando se canceló la totalidad de la deuda, 9.611 millones de dólares. • Al Banco Mundial, desde la era K, se le giraron U$S 5024 millones. El desagregado es así: en 2003, 1377 millones; en 2004, 331 millones; en 2005, 854 millones; en 2006, 1014 millones, en 2007, 879 millones; y en lo que va de 2008, 569 millones de dólares. • Al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el matrimonio presidencial le gatilló U$S 2898 millones. En 2003, 273 millones; en 2004, 584 millones; en 2005, 392 millones; en 2006, 577 millones; en 2007, 496 millones; y en 2008 hasta junio, 576 millones de dólares. Insistimos. Los pagos de capital e intereses listados arriba son siempre netos de los desembolsos de préstamos por parte de los propios organismos. Es decir que es el dinero cash que voló desde Buenos Aires a Washington. En total, entre el FMI, Banco Mundial y BID, suman 24.983 millones de dólares en los últimos cinco años. Ningún otro período de la historia argentina del siglo pasado registra semejante transferencia de fondos a los organismos internacionales. A PARÍS ELLA SE FUE. A la cuenta anterior, obviamente, habrá que adicionarle los U$S 6706 millones del Club de Paris. Hasta hace unos meses, desde Washington a París se reclamaba al gobierno un pago inicial cash en reservas, para refinanciar la mayor parte de la deuda. La respuesta de la Casa Rosada era que no se echaría mano a las reservas, pero que había voluntad de negociar una refinanciación a 8 o 10 años de plazo con tasas de interés muy bajas, de entre 5 y 6 por ciento. La versión oficial es que todas las vías de negociación requerían, por los estatutos del Club, de la intervención del Fondo Monetario. El último ensayo para tratar de saltear al FMI habría sido la semana pasada, durante la visita de Thomas Shannon. El subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de Bush habría dejado en claro que esa alternativa no era viable. Para el matrimonio presidencial resultaba inadmisible que las misiones del Fondo volvieran a desembarcar en Argentina, aunque más no fuera para confeccionar un documento técnico sobre la marcha de la economía que dejara tranquilos a los países miembros del Club, también principales accionistas del organismo. En los planes oficiales, el pago al Club de Paris debería cumplir dos objetivos. Por un lado, ahuyentar el fantasma de la cesación de pagos con el que vuelven a asustar las calificadoras internacionales de riesgo y despejar las turbulencias financieras. Por el otro, reabrir el canal de los préstamos para obras de infraestructura y de financiación de exportaciones, que podrían aprovechar las empresas europeas y norteamericanas radicadas en el país.La reacción de los “mercados” no fue la esperada, ni despejó nube alguna. En medio de la crisis financiera internacional, la fuga de capitales de toda la región (incluido Brasil) hacia los bonos del Tesoro norteamericano no permitió siquiera el repunte por algunas horas de las cotizaciones de los papeles argentinos. Para un Gobierno que demuestra semejante “voluntad de pago”, no es un dato menor. En cuanto al segundo objetivo, es probable que regularizar la situación con el Club abarate algunos puntos los préstamos de bancos europeos para obras de infraestructura, como el tren bala.La administración K, es cierto, retomó la iniciativa en materia de política económica. Pero si el objetivo central era, con lógica ortodoxa, recrear la confianza de los inversores financieros, faltó el impacto de un programa que incluyera otras medidas menos onerosas, como ser el anuncio de un proyecto para transparentar los números del Indec o de un plan para reducir gradualmente la inflación en los próximos 2 o 3 años. En las últimas horas, en algunos despachos oficiales empezó a circular la idea de ofrecer otras “señales”, como avanzar con el descongelamiento de tarifas (gas, agua, peajes, transporte), implementar una estrategia de recompra de bonos de la deuda más agresiva y hasta sorprender con algún anuncio para contener la suba de precios, en un intento por asociar el pago al Club de París con un cambio del clima financiero. Si no aparecen resultados a la vista, semejante costo sólo para “retomar la iniciativa” luce un poquito elevado. (AUTO)CRÍTICA KIRCHNERISTA. Desde el propio kirchnerismo, funcionarios y ex funcionarios, vertieron en privado algunas críticas interesantes a la cancelación con el Club. Desde otra perspectiva, con información de primera mano, sirven para sopesar costos y beneficios de la decisión. Veamos: • Nunca existió la decisión política de negociar con el Club. Durante la gestión de Martín Lousteau en Economía, Luis Alberto Moreno, el colombiano que preside el BID, se había ofrecido para destrabar la refinanciación de la deuda con el Club. Propuso oficiar de nexo con el FMI para que el informe de monitoreo económico de la Argentina no lo hiciera el Fondo sino el propio BID, un organismo políticamente correcto para los Kirchner. • Ni el BID ni el FMI pretendían imponer, como en otras épocas, condiciones (como privatizar la banca pública o subir las tarifas) al gobierno argentino. Sí hubiesen pedido transparentar las cuentas del Indec y los números fiscales. • Si el Gobierno no quiere sanear el Indec ni mostrar los números fiscales al Club de Paris, ¿cuál es el sentido de pagarles? El mensaje es el contrario al buscado: como no se quiere sentar a negociar para no mostrar los números reales, se les llena la cara de billetes. No se despeja ninguna de las dudas, pero el país se queda con menos reservas. La movida puede resultar un boomerang. • En medio de la mayor crisis financiera en décadas, Argentina paga 7000 millones a los países más poderosos del mundo. El contexto actual es muy distinto a la época en que se canceló la deuda con el FMI. En aquel entonces, el Banco Central no sabía cómo hacer para frenar la caída del dólar y en 10 meses recuperó todas las reservas perdidas. Desde marzo, en cambio, el Central perdió 3000 millones por la crisis del campo y todavía no pudo recuperar nada. • Si toda esta jugada era para destrabar el financiamiento del tren bala, mucho más barato era pagarlo cash con las reservas. El proyecto original cuesta 1400 millones, pero con el financiamiento a treinta años el costo total se eleva a 3900 millones de dólares. • Si la intención era alejar los rumores (interesados) de un nuevo default, hubiera sido más efectivo recomprar los vencimientos de deuda del año próximo. Con U$S 5000 millones, se podía recomprar más de la mitad de los vencimientos que debería refinanciar el Estado en el 2009, y la otra mitad podía negociarse con las AFJP. Así, además de lograr un buen ahorro (hay bonos que cotizan 75 por los que habrá que pagar 100 si se espera al vencimiento) se disipaba totalmente el horizonte de la deuda en el año electoral. • Las decisiones en la cúspide del poder son imprevisibles. De despreciar la negociación con el Club de Paris a poner todo al contado. De salir desesperadamente a buscar U$S 1000 millones en Venezuela –a una tasa del 15%, que es el exorbitante costo al que Argentina consigue financiamiento en los mercados— a pagar cash 7 veces más.
Publicadas por Dario Ezequiel Diaz a la/s 6:48 p.m. 0 comentarios
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sábado, 9 de agosto de 2008
Reflexiones economicas. ¿Posibilidad de Hiper? mmm, no me parece
"Is (the Kirchners’ self-inflicted) Potential Hyperinflation Possible (Again) in Argentina?"
http://www.rgemonitor.com/latam-monitor/253238/is_the_kirchners_self-inflicted_potential_hyperinflation_possible_again_in_argentina
This is a valid question to ask ourselves, as the Kirchners’ administration has consistently pursued populist economic policies that usually end in a hyperinflation episode. This becomes more relevant if we review the economic history of the country. Once and again we have seen a sequence of events, many of which we have been observing during the past years, that ended badly. A short list follows.
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Etiquetas: Inflación
Desarrollo Economico (Primera Parte)
De acuerdo al Profesor Perroux, se entiende por Crecimiento Económico “al incremento duradero de la dimensión de una unidad económica, realizada por los cambios de estructura, y, eventualmente de sistema, acompañado de programas económicos variables”. Se entiende por Desarrollo Económico a “la combinación de los cambios mentales y sociales de una población que la hace apta para poder crecer acumulativa y duraderamente su producto real y global”.
De acuerdo a Cuadrado Roura, se denomina Crecimiento Económico “a la expansión del PBI o PBN potencial de una zona geográfica determinada. Trata específicamente de la ampliación de la frontera de posibilidades de producción”. El crecimiento sostenido, hace referencia a todo tipo de crecimiento que permite que las generaciones futuras puedan disfrutar de los mismos recursos medioambientales que las generaciones procedentes”.
Según Olivera: “Aunque ordinariamente se utilizan de modo indistinto las expresiones "crecimiento", "desarrollo", "progreso" y "evolución económica", trátase en realidad de fenómenos diferentes, que deben deslindarse con la mayor precisión posible. Proponemos, con tal objeto, el siguiente criterio de distinción: 1) crecimiento económico es la expansión del producto social como función del tiempo; 2) desarrollo económico, el aumento de la razón del producto social actual al producto social potencial, ambos como función del tiempo; a su vez el producto social potencial, puede definirse de varias maneras; 3) progreso económico, el aumento en el grado de satisfacción de las necesidades sociales; 4) evolución económica, el proceso de cambio cualitativo en la organización económica de la sociedad. Un país puede crecer sin desarrollarse, crecer y desarrollarse sin progresar; crecer, desarrollarse y progresar sin experimentar cambios de estructura, es decir evolución.”
El grupo de economistas pertenecientes al Plan Fénix, de la Universidad Nacional de Buenos Aires, estableció los lineamientos acerca de cómo lograr un desarrollo económico para nuestro país. El documento publicado a finales del año 2001, dice explícitamente:
“La teoría y la experiencia histórica y contemporánea de las economías mundial y argentina revelan que el desarrollo económico y la elevación de la calidad de vida requieren el cumplimiento de un conjunto de condiciones:
1. Estabilidad institucional y política.
2. Aumento del empleo e incorporación de la fuerza de trabajo al proceso de crecimiento como requisito de integración del tejido social.
3. Funcionamiento eficiente y competitivo de los mercados de bienes y servicios, financieros y reales.
4. Equilibrios macroeconómicos sólidos sobre la base de altas tasas de ahorro interno e inversión, financiamiento genuino del sector público, competitividad internacional, reducción drástica del déficit crónico en la cuenta corriente del balance de pagos. Esto requiere, entre otros requisitos, la búsqueda flexible de precios relativos consistentes con el mantenimiento del poder adquisitivo y el equilibrio externo, y una baja tasa de inflación.
5. Competitividad de la producción nacional, limitando el endeudamiento externo a la capacidad de generación de divisas e inversiones privadas directas en actividades transables que, como mínimo, mantengan en equilibrio sus operaciones en divisas.
6. Incorporación generalizada y continua del cambio tecnológico en todo el sistema económico y social, participando de las corrientes dinámicas del comercio internacional compuestas por bienes y servicios altamente diferenciados.
7. Presencia de un Estado que asegure el desarrollo nacional, la integración social, la equidad distributiva y el bienestar.
8. Soberanía monetaria, cambiaria y fiscal, dentro del contexto de la economía internacional.
9. Existencia de mercados de capitales financieros al servicio de la producción y el comercio.
10. Desarrollo de concepciones arraigadas en la realidad nacional y orientada a dar respuestas a los desafíos y oportunidades de la economía mundial.
La experiencia histórica y contemporánea es categórica: sólo tienen éxito los países que participan activamente frente a la globalización manteniendo el comando de su propio destino”
La llamada “Economía del Desarrollo”, es una subdisciplina de la teoría económica, que cobró difusión luego de la segunda guerra mundial.
Las principales teorías del desarrollo económico son: Teoría de la Modernización, Teoría Estructuralista, Teoría Neomarxista, Teoría Neoliberal, Teorías Alternativas.
Antes de dar paso al desarrollo de las principales características de cada una de las teorías, mencionaré los antecedentes de la economía del desarrollo. Es decir, las principales referencias respecto al crecimiento económico (era casi nula la utilización del concepto “desarrollo” tal cual hoy la conocemos)
Mercantilismo: (finales del siglo XV a mediados del siglo XVIII)
El desarrollo, antes de su nacimiento como subdisciplina de la teoría económica, tenía varias versiones similares. Se asociaba con la riqueza, la prosperidad material, el progreso, y el crecimiento. Para los mercantilistas, se trataba del incremento de la riqueza de una nación. Esto traía aparejado el aumento del poder político. La aceleración del ritmo de crecimiento de la producción total, consistía en lograr la eficiencia y plena utilización de factores disponibles, particularmente, el trabajo. La intervención estatal era muy fuerte, por lo que el incremento del stock de factores, era fruto directo de la llamada “política de acumulación” de metales preciosos, consecuencia directa, del objetivo de alcanzar continuamente, un saldo positivo en la balanza comercial.
Fisiócratas: (finales del siglo XV a mediados del siglo XVIII)
Con la concepción explícita del cumplimiento de la “ley natural” y del “orden natural”, para alcanzar el crecimiento, se debía fomentar al sector estratégico, es decir, el agrícola. Mediante la idea del flujo circular de la renta, en el cual estaban las clases sociales: productores, estériles y propietarios, a partir de políticas de competencia agrícola, el “produit net” o producto neto que generaba de riqueza el sector agrícola, tenía que ser reproducido a partir del consumo de las clases estériles y propietarios.
Clásicos: (Siglo XVIII a finales del siglo XIX)
Aunque existen claras diferencias en los aportes de Adam Smith, David Ricardo, Stuart Mill, y Thomas Malthus, con respecto a la concepción del crecimiento económico, las principales conclusiones son las siguientes:
1. Para alcanzar el crecimiento económico, es necesario aumentar la división del trabajo, la especialización y el comercio. Esto genera un aumento en la destreza de los trabajadores, menor tiempo de producción necesario, una mayor productividad, y un mayor ahorro.
2. El crecimiento económico desemboca en un estado estacionario, caracterizado por rentas altas, beneficios bajos, salarios de subsistencia, precios de manufacturas bajos, y precios de productos agrícolas.
3. Malthus hace hincapié en la necesidad de una política migratoria y demográfica. Para este autor, la inexistencia de una demanda adecuada, la crisis de sobreproducción, las trabas al libre comercio, y la intervención distorsionadora del gobierno en la libre competencia, son trabas al desarrollo.
4. David Ricardo, introduce la teoría de las rentas diferenciales, de las ventajas comparativas, y, formaliza la ley de los rendimientos decrecientes. Considera que esta ley no se cumple en el sector industrial.
5. No distinguen conceptualmente entre crecimiento y desarrollo.
6. Adam Smith, hace una breve mención al marco institucional.
Marx: (Siglo XVIII)
A partir del modo de producción y las relaciones sociales de producción, nace la estructura clasista de la sociedad.
La lucha de clases, consecuencia de las teorías del valor, la plusvalía, la composición orgánica del capital, la tasa de ganancia, y el ejército de reserva, constituye el principal impedimento para un continuo crecimiento económico. También, considera la idea del estado estacionario, la crisis de sobreproducción y la existencia permanente de salarios bajos. La tasa de ganancias tendería a la disminución continua.
Un mayor progreso técnico aumentaría el desempleo, incrementaría la composición orgánica del capital, y por consiguiente, una mayor concentración del capital y una disminución de los beneficios.
Lenin (Siglo XX):
En su trabajo “Imperialismo como fase superior del capitalismo”, nos muestra las principales características del imperialismo:
a) Concentración de la Producción y el surgimiento de monopolios
b) Aparición creciente de la oligarquía financiera por fusión del capital industrial y financiero
c) Reparto del mundo entre asociaciones internacionales monopolistas del capital
d) Debido a la disminución de ganancias y a la superproducción, la necesidad de búsqueda de nuevos mercados.
Pensamiento historicista (Siglo XIX)
Consideran al proceso de desarrollo (por primera vez surge la palabra “desarrollo” con significado diferente al de “crecimiento”) como una sucesión de etapas.
Los principales exponentes fueron:
List: perteneciente a la escuela alemana, describe cinco etapas para el desarrollo. La primitiva (esclavitud), la pastoril, la agricultura, la de industrialización, y, la agropecuaria-manufacturera-comercial. Considera al desarrollo como un proceso lineal.
Roscher: considera al desarrollo como proceso cíclico.
Hildelmand: destaca la importancia de la economía del crédito.
Pensamiento Institucionalista: (Siglo XX)
Los principales exponentes fueron:
Veblen: el proceso de cambio social representado por la continua lucha entre las técnicas de producción emergentes y las viejas instituciones sociales que pretenden conservar el poder. No hay un autoajuste a un punto de equilibrio. Según este autor, la conducta humana tiene una naturaleza dual: la actividad útil (universal) y la específica de cada cultura (ceremonia). Destaca la importancia de la costumbre.
Ayres: según este autor, el proceso de desarrollo económico es indivisible e irresistible. El progreso técnico se difunde en proporción inversa a la resistencia institucional. El desarrollo no depende tanto de la expansión del equipo de capital como la capacidad educativa. Hay valores encontrados entre la ciencia y tecnología y las instituciones sociales.
Commons: establece que se necesita la transformación del capital banquero al capital razonable. Debe haber una buena voluntad industrial: a partir de la reforma laboral y la concertación social entre trabajadores y empresarios.
Pensamiento neoclásico: (Siglo XIX)
Los principales exponentes son: Carl Menger, Leon Walras, Alfred Marshall, Pareto. Hay tres ideas principales: el desarrollo es un proceso gradual y continuo, sin cambios bruscos; un proceso armonioso y acumulativo; hay una perspectiva optimista del crecimiento económico por el “efecto derrame”.
Según esta escuela, “el desarrollo beneficia a todos”.
Shumpeter: (Siglo XX)
Hace una distinción entre el crecimiento y el desarrollo. Crecimiento se denomina incremento de la renta. Desarrollo es el conjunto de transformaciones bruscas que desplazan el sistema económico desde un punto de equilibrio a otro superior.
El desarrollo es un proceso no armónico. La innovación es fundamental. Para que exista el desarrollo, lo clave es el “empresario”. Esta figura representa al creador de riqueza. Se destaca la importancia del crédito y la teoría de la destrucción creativa. Según Shumpeter, el desarrollo es un proceso irregular, cíclico e ilimitado.
Todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas se han comprometido a alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para 2015.
1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre: Reducir a la mitad el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a un dólar por día, y de las personas que padezcan hambre;
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miércoles, 23 de julio de 2008
Las cinco dificultades para decir la verdad
I. El valor de escribir la verdad
Para mucha gente es evidente que el escritor debe escribir la verdad; es decir, no debe rechazarla ni ocultarla, ni deformarla. No debe doblegarse ante los poderosos; no debe engañar a los débiles. Pero es difícil resistir a los poderosos y muy provechoso engañar a los débiles. Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario. Renunciar a la gloria de los poderosos significa frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo ello se necesita mucho valor.
Cuando impera la represión más feroz gusta hablar de cosas grandes y nobles. Es entonces cuando se necesita valor para hablar de las cosas pequeñas y vulgares, como la alimentación y la vivienda de los obreros. Por doquier aparece la consigna: «No hay pasión más noble que el amor al sacrificio».
En lugar de entonar ditirambos sobre el campesino hay que hablar de máquinas y de abonos que facilitarían el trabajo que se ensalza. Cuando se clama por todas las antenas que el hombre inculto e ignorante es mejor que el hombre cultivado e instruido, hay que tener valor para plantearse el interrogante: ¿Mejor para quién? Cuando se habla de razas perfectas y razas imperfectas, el valor está en decir: ¿Es que el hambre, la ignorancia y la guerra no crean taras? También se necesita valor para decir la verdad sobre sí mismo cuando se es un vencido. Muchos perseguidos pierden la facultad de reconocer sus errores, la persecución les parece la injusticia suprema; los verdugos persiguen, luego son malos; las víctimas se consideran perseguidas por su bondad. En realidad esa bondad ha sido vencida. Por consiguiente, era una bondad débil e impropia, una bondad incierta, pues no es justo pensar que la bondad implica la debilidad, como la lluvia la humedad. Decir que los buenos fueron vencidos no porque eran buenos sino porque eran débiles requiere cierto valor. Escribir la verdad es luchar contra la mentira, pero la verdad no debe ser algo general, elevado y ambiguo, pues son estas las brechas por donde se desliza la mentira. El mentiroso se reconoce por su afición a las generalidades, como el hombre verídico por su vocación a las cosas prácticas, reales, tangibles. No se necesita un gran valor para deplorar en general la maldad del mundo y el triunfo de la brutalidad, ni para anunciar con estruendo el triunfo del espíritu en países donde éste es todavía concebible. Muchos se creen apuntados por cañones cuando solamente gemelos de teatro se orientan hacia ellos. Formulan reclamaciones generales en un mundo de amigos inofensivos y reclaman una justicia general por la que no han combatido nunca. También reclaman una libertad general: la de seguir percibiendo su parte habitual del botín. En síntesis sólo admiten una verdad: la que les suena bien.
Pero si la verdad se presenta bajo una forma seca, en cifras y en hechos, y exige ser confirmada, ya no sabrán qué hacer. Tal verdad no les exalta. Del hombre veraz sólo tienen la apariencia. Su gran desgracia es que no conocen la verdad.
II. La inteligencia necesaria para descubrir la verdad
Tampoco es fácil descubrir la verdad. Por lo menos la que es fecunda. Así, según opinión general, los grandes Estados caen uno tras otro en la barbarie extrema. Y una guerra intestina que se desarrolla implacablemente puede degenerar en cualquier momento en un conflicto generalizado que convertiría nuestro continente en un montón de ruinas. Evidentemente, se trata de verdades. No se puede negar que llueve hacia abajo: numerosos poetas escriben verdades de este género. Son como el pintor que cubría de frescos las paredes de un barco que se estaba hundiendo. El haber resuelto nuestra primera dificultad les procura una cierta dificultad de conciencia.
Es cierto que no se dejan engañar por los poderosos, pero ¿escuchan los gritos de los torturados? No; pintan
imágenes. Esta actitud absurda les sume en un profundo desconcierto, del que no dejan de sacar provecho; en su lugar otros buscarían las causas. No creáis que sea cosa fácil distinguir sus verdades de las vulgaridades referentes a la lluvia; al principio parecen importantes, pues la operación artística consiste precisamente en dar importancia a algo.
Pero mirad la cosa de cerca: os daréis cuenta que no dejan de decir: no se puede impedir que llueva hacia abajo. También están los que por falta de conocimientos no llegan a la verdad. Y, sin embargo, distinguen las tareas urgentes y no temen a los poderosos ni a la miseria. Pero viven de antiguas supersticiones, de axiomas célebres a veces muy bellos. Para ellos el mundo es demasiado complicado: se contentan con conocer los hechos e ignorar las relaciones que existen entre ellos.
Me permito decir a todos los escritores de esta época confusa y rica en transformaciones que hay que conocer el materialismo dialéctico, la economía y la historia. Tales conocimientos se adquieren en los libros y en la práctica si no falta la necesaria aplicación. Es muy sencillo descubrir fragmentos de verdad, e incluso verdades enteras.
El que busca necesita un método, pero se puede encontrar sin método, e incluso sin objeto que buscar. Sin embargo, ciertos procedimientos pueden dificultar la explicación de la verdad: los que la lean serán incapaces de transformar esa verdad en acción. Los escritores que se contentan con acumular pequeños hechos no sirven para hacer manejables las cosas de este mundo. Pues bien, la verdad no tiene otra ambición. Por consiguiente esos escritores no están a la altura de su misión.
III. El arte de hacer la verdad manejable como arma
La verdad debe decirse pensando en sus consecuencias sobre la conducta de los que la reciben.
Hay verdades sin consecuencias prácticas. Por ejemplo, esa opinión tan extendida sobre la barbarie: el fascismo sería debido a una oleada de barbarie que se ha abatido sobre varios países, como una plaga natural. Así, al lado y por encima del capitalismo y del socialismo habría nacido una tercera fuerza: el fascismo. Para mi, el fascismo es una fase histérica del capitalismo, y, por consiguiente, algo muy nuevo y muy viejo.
En un país fascista el capitalismo existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir el capitalismo, y bajo su forma más cruda, más insolente, más opresiva, más engañosa.
Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica.
Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.
Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios
países. Ciertos países logran todavía conservar sus formas de propiedad gracias a medios menos violentos que otros. Sin embargo, los monopolios capitalistas originan por doquier condiciones bárbaras en las fábricas, en las minas y en los campos. Pero mientras que las democracias burguesas garantizan a los capitalistas, sin recurso a la violencia, la posesión de los medios de producción, la barbarie se reconoce en que los monopolios sólo pueden ser defendidos por la violencia declarada.
Ciertos países no tienen necesidad, para mantener sus monopolios bárbaros, de destruir la legalidad instituida, ni su confort cultural (filosofía, arte, literatura); de ahí que acepten perfectamente oir a los exiliados alemanes estigmatizar su propio régimen por haber destruido esas comodidades. A sus ojos es un argumento suplementario en favor de la guerra.
¿Puede decirse que respetan la verdad los que gritan: «Guerra sin cuartel a Alemania, que es hoy la verdadera patria del «mal», la oficina del infierno, el trono del anticristo»? No. Los que así gritan son tontos, impotentes gentes peligrosas. Sus discursos tienden a la destrucción de un país, de un país entero con todos sus habitantes, pues los gases asfixiantes no perdonan a los inocentes.
Los que ignoran la verdad se expresan de un modo superficial, general e impreciso. Peroran sobre el «alemán», estigmatizan el «mal», y sus auditorios se interrogan: ¿Debemos dejar de ser alemanes? ¿Bastará con que seamos buenos para que el infierno desaparezca? Cuando manejan sus tópicos sobre la barbarie salida de la barbarie resultan impotentes para suscitar la acción. En realidad no se dirigen a nadie. Para terminar con la barbarie se contentan con predicar la mejora de las costumbres mediante el desarrollo de la cultura. Eso equivale a limitarse a aislar algunos eslabones en la cadena de las causas y a considerar como potencias irremediables ciertas fuerzas determinantes, mientras que se dejan en la oscuridad las fuerzas que preparan las catástrofes.
Un poco de luz y los verdaderos responsables de las catástrofes aparecen claramente: los hombres. Vivimos una época en que el destino del hombre es el hombre. El fascismo no es una plaga que tendría su origen en la «naturaleza» del hombre. Por lo demás, es un modo de presentar las catástrofes naturales que restituyen al hombre su dignidad porque se dirigen a su fuerza combativa.
El que quiera describir el fascismo y la guerra grandes desgracias, pero no calamidades «naturales» debe hablar un lenguaje práctico: mostrar que esas desgracias son un efecto de la lucha de clases; poseedores de medios de producción contra masas obreras. Para presentar verídicamente un estado de cosas nefasto, mostrad que tiene causas remediables. Cuando se sabe que la desgracia tiene un remedio, es posible combatirla.
IV. Cómo saber a quién confiar la verdad
Un hábito secular, propio del comercio de la cosa escrita, hace que el escritor no se ocupe de la difusión de sus obras. Se figura que su editor, u otro intermediario, las distribuye a todo el mundo. Y se dice: yo hablo, y los que quieren entenderme, me entienden. En la realidad, el escritor habla, y los que pueden pagar, le entienden. Sus palabras jamás llegan a todos, y los que las escuchan no quieren entenderlo todo.
Sobre esto se ha dicho ya muchas cosas, pero no las suficientes. Transformar la «acción de escribir a alguien» en «acto de escribir» es algo que me parece grave y nocivo. La verdad no puede ser simplemente escrita; hay que escribirla a alguien. A alguien que sepa utilizarla. Los escritores y los lectores descubren la verdad juntos.
Para ser revelado, el bien sólo necesita ser bien escuchado, pero la verdad debe ser dicha con astucia y comprendida del mismo modo. Para nosotros, escritores, es importante saber a quién la decimos y quién nos la dice; a los que viven en condiciones intolerables debemos decirles la verdad sobre esas condiciones, y esa
verdad debe venirnos de ellos. No nos dirijamos solamente a las gentes de un solo sector: hay otros que
evolucionan y se hacen susceptibles de entendernos. Hasta los verdugos son accesibles, con tal que comiencen a temer por sus vidas. Los campesinos de Baviera, que se oponían a todo cambio de régimen, se hicieron permeables a las ideas revolucionarias cuando vieron que sus hijos, al volver de una larga guerra, quedaban reducidos al paro forzoso.
La verdad tiene un tono. Nuestro deber es encontrarlo. Ordinariamente se adopta un tono suave y dolorido: «yo soy incapaz de hacer daño a una mosca». Esto tiene la virtud de hundir en la miseria a quien lo escucha. No trataremos como enemigos a quienes emplean este tono, pero no podrán ser nuestros compañeros de lucha. La verdad es de naturaleza guerrera, y no sólo es enemiga de la mentira, sino de los embusteros.
V. Proceder con astucia para difundir la verdad
Orgullosos de su valor para escribir la verdad, contentos de haberla descubierto, cansados sin duda de los
esfuerzos que supone el hacerla operante, algunos esperan impacientes que sus lectores la disciernan. De ahí
que les parezca vano proceder con astucia para difundir la verdad.
El que en la actualidad reemplaza «pueblo» por «población», y «tierra» por «propiedad rural», se niega yaa
acreditar algunas mentiras, privando a algunas palabras de su magia. La palabra «pueblo» implica una unidad fundada en intereses comunes; sólo habría que emplearla en plural, puesto que únicamente existen «intereses comunes» entre varios pueblos. La «población» de una misma región tiene intereses diversos e incluso antagónicos. Esta verdad no debe ser olvidada. Del mismo modo, el que dice «la tierra», personificando sus encantos, extasiándose ante su perfume y su colorido, favorece las mentiras de la clase dominante. Al fin y al cabo, ¡qué importa la fecundidad de la tierra, el amor del hombre por ella y su infatigable ardor al trabajarla!: lo que importa es el precio del trigo y el precio del trabajo. El que saca provecho de la tierra no es nunca el que recoge el trigo, y «el gesto augusto del sembrador» no se cotiza en Bolsa. El término justo es «propiedad rural».
Cuando reina la opresión, no hablemos de «disciplina», sino de «sumisión» pues la disciplina excluye la existencia de una clase dominante. Del mismo modo, el vocablo «dignidad» vale más que la palabra «honor», pues tiene más en cuenta al hombre. Todos sabemos qué clase de gente se precipita para tener la ventaja de defender el «honor» de un pueblo, y con qué liberalidad los ricos distribuyen el «honor» a los que trabajan para enriquecerlos.
La astucia de Confucio es utilizable también en nuestros días. También la de Tomás Moro. Este último describió un país utópico idéntico a la Inglaterra de aquella época, pero en el que las injusticias se presentaban como costumbres admitidas por todo el mundo.
Cuando Lenin, perseguido por la policía del Zar, quiso dar una idea de la explotación de Sajalín por la burguesía rusa, sustituyó Rusia por el Japón y Sajalín por Corea. La identidad de las dos burguesías era evidente, pero como Rusia estaba en guerra con el Japón la censura dejó pasar el trabajo de Lenin.
Hay una infinidad de astucias posibles para engañar a un Estado receloso. Voltaire luchó contra las
supersticiones religiosas de su tiempo escribiendo la historia galante de «La Doncella de Orleans»: describiendo en un bello estilo aventuras galantes sacadas de la vida de los grandes. Voltaire llevó a éstos a abandonar la religión (que hasta entonces tenían por caución de su vida disoluta). De repente se hicieron los propagadores celosos de las obras de Voltaire y ridiculizaron a la policía que defendía sus privilegios. La actitud de los grandes permitió la difusión ilícita de las ideas del escritor entre el público burgués, hacia el que precisamente apuntaba Voltaire.
Decía Lucrecio que contaba con la belleza de sus versos para la propagación de su ateísmo epicúreo. Las virtudes literarias de una obra pueden favorecer su difusión clandestina. Pero hay que reconocer que a veces suscitan múltiples sospechas. De ahí la necesidad de descuidarlas deliberadamente en ciertas ocasiones. Tal sería el caso, por ejemplo, si se introdujera en una novela policíaca -género literario desacreditado- la descripción de condiciones sociales intolerables. A mi modo de ver, esto justificaría completamente la novela policíaca.
Dejándose dominar por los hechos, Antonio saca de ellos su fuerza de convicción mucho más que de su propio juicio.
Jonathan Swift propuso en un panfleto que los niños de los pobres fueran puestos a la venta en las carnicerías para que reinara la abundancia en el país. Después de efectuar cálculos minuciosos, el célebre escritor probó que se podrían realizar economías importantes llevando la lógica hasta el fin. Swift jugaba al monstruo. Defendía con pasión absolutista algo que odiaba. Era una manera de denunciar la ignominia. Cualquiera podía encontrar una solución más sensata que la suya, o al menos más humana; sobre todo, aquellos que no habían comprendido a dónde conducía este tipo de razonamiento.
efecto, los gobernantes al servicio de los explotadores consideran el pensamiento como algo despreciable.
La obsesión que estos últimos tienen por comer, por satisfacer su hambre, es baja. Es bajo menospreciar los honores militares cuando se goza de este favor inestimable: batirse por un país cuando se muere de hambre. Es bajo dudar de un jefe que os conduce a la desgracia.
El horror al trabajo que no alimenta al que lo efectúa es asimismo una cosa baja, y baja también la protesta contra la locura que se impone y la indiferencia por una familia que no aporta nada. Se suele tratar a los
hambrientos como gentes voraces y sin ideal, de cobardes a los que no tienen confianza en sus opresores, de derrotistas a los que no creen en la fuerza, de vagos a los que pretenden ser pagados por trabajar, etc. Bajo
semejante régimen, pensar es una actividad sospechosa y desacreditada. ¿Dónde ir para aprender a pensar? A todos los lugares donde impera la represión.
Sin embargo, el pensamiento triunfa todavía en ciertos dominios en que resulta indispensable para la dictadura.
En el arte de la guerra, por ejemplo, y en la utilización de las técnicas. Resulta indispensable pensar para remediar, mediante la invención de tejidos «ersatz», la penuria de lana. Para explicar la mala calidad de los productos alimenticios o la militarización de la juventud no es posible renunciar al pensamiento. Pero recurriendo a la astucia se puede evitar el elogio de la guerra, al que nos incitan los nuevos maestros del pensamiento. Así, la cuestión ¿cómo orientar la guerra? lleva a la pregunta: ¿vale la pena hacer la guerra? Lo que equivale a preguntar: ¿cómo evitar la guerra inútil? Evidentemente, no es fácil plantear esta cuestión en público hoy. Pero ¿quiere decir esto que haya que renunciar a dar eficacia a la verdad? Evidentemente no.
descubrimientos biológicos de Darwin eran susceptibles de poner en peligro todo el sistema, pero solamente la Iglesia se inquietó. La policía no veía en ello nada nocivo.
Los últimos descubrimientos físicos implican consecuencias de orden filosófico que podrían poner en tela de juicio los dogmas irracionales que utiliza la opresión. Las investigaciones de Hegel en el dominio de la lógica facilitaron a los clásicos de la revolución proletaria, Marx y Lenin, métodos de un valor inestimable. Las ciencias son solidarias entre sí, pero su desarrollo es desigual según los dominios; el Estado es incapaz de controlarlos todos. Así, los pioneros de la verdad pueden encontrar terrenos de investigación relativamente poco vigilados. Lo importante es enseñar el buen método, que exige que se interrogue a toda cosa a propósito de sus caracteres transitorios y variables. Los dirigentes odian las transformaciones: desearían que todo permaneciese inmóvil, a ser posible durante un milenio: que la Luna se detuviese y el Sol interrumpiese su carrera.
Subrayar el carácter transitorio de las cosas equivale a ayudar a los oprimidos. No olvidemos jamás recordar al vencedor que toda situación contiene una contradicción susceptible de tomar vastas proporciones. Semejante método -la dialéctica, ciencia del movimiento de las cosas- puede ser aplicado al examen de materias como la biología y la química, que escapan al control de los poderosos, pero nada impide que se aplique al estudio de la familia; no se corre el riesgo de suscitar la atención. Cada cosa depende de una infinidad de otras que cambian sin cesar; esta verdad es peligrosa para las dictaduras.
Pues bien, hay mil maneras de utilizarla en las mismas narices de la policía. Los gobernantes que conducen a los hombres a la miseria quieren evitar a todo precio que, en la miseria, se piense en el Gobierno. De ahí que hablen de destino. Es al destino, y no al Gobierno, al que atribuyen la responsabilidad de las deficiencias del régimen. Y si alguien pretende llegar a las causas de estas insuficiencias, se le detiene antes de que llegue al Gobierno.
Conclusión
La gran verdad de nuestra época -conocerla no es todo, pero ignorarla equivale a impedir el descubrimiento de cualquier otra verdad importante- es ésta: nuestro continente se hunde en la barbarie porque la propiedad privada de los medios de producción se mantiene por la violencia. ¿De qué sirve escribir valientemente que nos hundimos en la barbarie si no se dice claramente por qué? Los que torturan lo hacen por conservar la propiedad privada de los medios de producción.
Ciertamente, esta afirmación nos hará perder muchos amigos: todos los que, estigmatizando la tortura, creen que no es indispensable para el mantenimiento de las formas actuales de propiedad.
Digamos la verdad sobre las condiciones bárbaras que reinan en nuestro país; así será posible suprimirlas, es decir, cambiar las actuales relaciones de producción. Digámoslo a los que sufren del statu quo y que, por consiguiente, tienen más interés en que se modifique: a los trabajadores, a los aliados posibles de la clase obrera, a los que colaboran en este estado de cosas sin poseer los medios de producción.
*Nacido Eugen Berthold Friedrich Brecht (Augsburgo, 10 de febrero de 1898 – Berlín, 14 de agosto de 1956),
dramaturgo y poeta alemán, uno de los más influyentes del siglo XX, creador Del llamado Teatro Épico.
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